viernes, 11 de noviembre de 2011

Pedir perdon, perdonar y perdonarse.


Hola a todos! Bueno, primero me gustaría contarles que hoy es un día MUY importante. 11/11/11. Algunos dicen que es el día de los deseos, otros que es el día de la luz, y así hay más teorías. Para mí, simplemente es especial. Así que les deseo a todos un feliz 11/11/11 !!! Que la luz los ilumine.
Y ahora sí, a lo que vinimos… El tema de hoy es el perdón. Perdonar es una de las cosas más grandes que existen en este mundo. Este mundo lleno de imperfecciones y de errores. Y día a día todos nos equivocamos, y nos equivocamos mucho. ASÍ ES. Y esto no es necesariamente algo malo, al contrario.
Pero estos errores, estas equivocaciones muchas veces pueden afectar a otras personas. Y cuando nosotros somos los “afectantes” los que causamos el caos, tenemos que aprender a tragarnos nuestro orgullo. Nuestro ego, que SIEMPRE va a estar ahí diciéndonos que como vamos a pedir perdón, para nuestro orgullo eso es tal vez lo más bajo. Pero lo que nosotros tenemos que hacer es aprender a callar ese orgullo y pedir perdón. Del corazón… Porque si uno está arrepentido de algo que hizo o dijo, ¿Por qué callar? Mejor pedir perdón y borrón y cuenta nueva! Y si bien, las cosas jamás serán como solían ser uno poco a poco va buscando la manera de acomodar todo lo desacomodado y seguir adelante.
Después está el caso de ser el que tiene que perdonar. Y esto, a mi parecer, puede llegar a ser incluso más difícil que pedir perdón. He aquí otra vez el orgullo impidiéndonos perdonar. Pero otra vez tenemos que superarlo. Y quizás el daño fue muy fuerte y uno siente que uno no está listo para perdonar aún… PERFECTO. Eso es más que normal. Y está bien que nos tomemos nuestro tiempo meditando las cosas y aceptándolas para después poder perdonar y seguir adelante.
Por último está el más difícil de todos. Perdonarse a uno mismo. Me imagino que se preguntarán..¿Perdonarnos de qué? De la culpa, de sufrir, de sentir lo que sentimos. Muchas veces nos echamos la culpa de cosas que están fuera de nuestro alcance y nos castigamos cargando con esa culpa, nos castigamos odiándonos por sentir las cosas que sentimos, nos castigamos odiando nos por haber hecho daño. Y entonces ¿qué hacemos? Lo retenemos ahí. Lo guardamos adentro y no lo dejamos salir hasta que al final no podemos aguantarlo más. Más que perdonarnos, es liberarnos. Es sentir ese dolor por cada centímetro de nuestro cuerpo, llorar hasta ya no tener más lágrimas, romperlo todo, gritar, y después dejarlo ir…
Bueno amigos. Espero que tengan una semana maravillosa!
-Alegría.

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